Estábamos haciendo el curso de Estado Mayor y trajeron como sesenta gringos. Era parte del plan del Gobierno de aquel entonces para tratar de influir en nosotros y frenar la rebelión que ya venía, palpitaba (…) Bueno, así que hicimos un juego de guerra ahí y le metimos medio pa’ los frescos en el juego de la guerra. Les tomamos hasta la retaguardia a los gringuitos esos. Entonces se me acerca uno, un coronel: “comandante, ¿usted cómo es que se llama?”. “Yo soy el comandante Chávez”. Me dijo: “Usted es bien agresivo pa’ jugar a la guerra”. (…). Jugamos softbol y los matamos, les ganamos por nocaut. Tenían a un gringo ahí, así grandote, que pulseaba y le ganaba a todo el mundo. Le dije yo: “A mí me vas a ganar, pero a que no le ganas a mi compadre Urdaneta” (…) o. A Urdaneta las arterias parecían que se le iban a explotar, vale, pero aquel hombre nada. Hasta que el gringo empezó, miren, a “culipandear”. ¡Pum! ¡Le volteó Urdaneta la mano al gringo! Les ganamos en todito a los gringos esos. Están muy equivocados los que andan diciendo por ahí: “Una invasión gringa, una invasión de Estados Unidos y no duraría cuatro horas la guerra”. O “los Estados Unidos controlarían este país sin necesidad de poner una bota aquí”. No lo controlarían ni con un millón de botas. ¡A este país no lo controla nadie! ¡Sólo los venezolanos podemos echar este país adelante!, ¡sólo nosotros podemos hacerlo!
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