Cuenta mi madre que estoy vivo de broma, de bromita estoy vivo (…) (…) estaba ahí como a medianoche. Todo oscuro. Mi papá no había llegado. Yo estaba en la cuna. Adán estaba con mi abuela en el otro cuarto. Mi mamá oye un ruido en la oscuridad que hace: “¡Asss, asss!” Ella pela por la linterna y alumbra. Cuando ve algo debajo de mi cuna, ¡era una
tragavenado, compadre! Mi mamá me agarró y salió disparada. Llamó a mi tío Ramón Chávez, que en paz descanse, quien mató la culebra con un machete o un palo. Al tragavenado la colgaron del techo y la cola pegaba en el suelo. El grueso era como el de un caucho de carro. Era una culebra que tenía azotada a la conejera de mi abuela. Se había comido ya varias gallinas y andaba buscando un bachaquito, fíjate. Yo estoy vivo de broma.
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