
Durante el desarrollo del 44° Período de Sesiones de la Conferencia de la FAO, que se efectuó en Roma entre el 28 de junio y el 3 de julio, los representantes de Rusia y Bielorrusia denunciaron cómo las medidas coercitivas unilaterales (MCU) atentan contra la seguridad alimentaria a escala global. Este perjuicio afecta incluso a los países productores, además de impedir la asistencia humanitaria a naciones que la requieren.
Los dos países hicieron un llamado urgente a la comunidad internacional para reconocer y abordar de forma directa y urgente este desafío.
Autosuficiencia pese a la agresión de Occidente
Dilyara Ravilova, representante permanente alterna de la Federación de Rusia ante los organismos de Naciones Unidas en Roma, destacó los logros de su país en cuanto a la autosuficiencia alimentaria.
Pese al hostigamiento externo de que es objeto, Rusia ha consolidado su posición como uno de los líderes en la exportación de alimentos, logrando una notable independencia en productos básicos como lácteos y huevos. Menos de 3 % de su población enfrenta algún tipo de escasez de alimentos.
Ravilova refutó la idea de que las sanciones no afectan a Rusia. Argumentó que, si bien su nación es autosuficiente en materia alimentaria, las medidas restrictivas obstaculizan severamente su capacidad para asistir a otros países. Las sanciones impiden que insumos esenciales como semillas, fertilizantes y tecnología lleguen a los países que los necesitan, lo que afecta directamente su capacidad de producir alimentos y, por ende, su soberanía alimentaria.
Denunció que el sistema financiero internacional impide a Rusia aportar contribuciones al Programa Mundial de Alimentos (PMA). Asimismo, aseveró que las sanciones incrementan de forma drástica los costos de transporte y asistencia, como el aumento de 20 % en el precio del combustible, lo que acaba por encarecer la cadena de suministro global.
La representante rusa también alertó sobre el aumento de enfermedades transfronterizas enanimales y la incapacidad de su país para enviar vacunas o pagar a los fabricantes debido a las sanciones, lo que puede generar pérdidas significativas en la producción pecuaria.
Concluyó subrayando que las MCU contradicen losprincipios rectores voluntarios sobre el derecho a la alimentación, y llamó a detener la “destrucción de nuestro bienestar colectivo” causada por las sanciones que desmantelan las cadenas de suministro y producción. Igualmente, instó a tener debates abiertos y francos para garantizar que la seguridad alimentaria no se vea impactada por consideraciones de orden político.
Acción directa y sin rodeos contra el hambre
Kiryl Piatrouski, representante de Bielorrusia ante la Asamblea de la FAO, adoptó un tono directo y sin ambages. Recordó que su país es un importante productor y exportador (segundo mundial en patatas y quinto en lácteos), cuyo desempeño es severamente limitado por las sanciones en su contra.
Piatrouski criticó la falta de valentía para nombrar a los países que imponen sanciones, argumentando que algunas de estas, como la prohibición de transbordo de fertilizantes, obligan a los países en desarrollo a pagar mucho más caropor productos esenciales, lo que exacerba el hambre en todo el planeta. Expresó su frustración por la ineficacia de las discusiones en la FAO y señaló que en sus tres años en el organismo no ha visto cambios reales que permitan ayudar a las personas que padecen hambre.
El diplomático bielorruso insistió en la necesidad de hablar “con total honestidad del problema” de las sanciones a nivel mundial, afirmando que no se encontrará una solución si no se aborda el problema de manera frontal. Interrogó a la plenaria acerca de cuántos millones de personas más tendrán que sufrir hambre antes de que la comunidad internacional se atreva a hablar “claramente de estas sanciones”, subrayando las graves repercusiones humanitarias de estas medidas.
La intervención de Piatrouski destacó por su llamado a la acción directa y sin rodeos contra las políticas que vulneran la seguridad alimentaria global.