
Desde la elección de Hugo Chávez como presidente en 1998, EE. UU. definió hacia Venezuela una política de “cambio de régimen”, bajo la consideración de que el modelo político y de desarrollo socioeconómico impulsado por el gobierno –con propuestas nacionalistas de soberanía, independencia y justicia social– constituyen una amenaza para el esquema de dominación y control de la región en el siglo XXI. Esta estrategia condujo al Gobierno de George W. Bush a financiar, y apoyar el golpe de Estado de abril de 2002 contra el presidente Hugo Chávez.